Observar para escribir (y calmar las propias ansias)

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En estos días aparece “La Viuda” de Fiona Barton, la periodista de crónica negra y judicial del Daily Telegraph.

La autora distribuyó entre libreros una notita sobre su libro: transcribimos el contenido de dicho texto.


Querido librero:

Me he pasado mucho tiempo observando a la gente. No sólo en cafeterías y estaciones de tren, sino también profesionalmente. Como periodista, he ejercido de espectadora profesional – u “observadora cualificada”, como solíamos decir en broma – y no he dejado de fijarme en el lenguaje corporal y los tics verbales que nos singularizan y vuelven interesantes para los demás.

A lo largo de los años, he entrevistado a víctimas, culpables, famosos y gente corriente afectada por la tragedia o la buena fortuna. Curiosamente, sin embargo, no siempre ha sido la gente bajo los focos la que más me ha llamado la atención. Con frecuencia, han sido más bien las personas que estaban en la periferia, los actores secundarios del drama, quienes me han seguido obsesionando.
En los juicios importantes -por crímenes sonados y terribles que copaban titulares- me he descubierto a mí misma observando a la esposa del hombre que estaba siendo juzgado, preguntándome qué sabía o se permitía a sí misma saber en realidad.

Tú también la habrás visto en las noticias. Puede que hayas tenido que prestar especial atención, pero ahí está ella, detrás de su marido en la escalinata del juzgado. Mientras él proclama su inocencia, ella asiente y se aferra a su brazo porque cree en él.

Ahora bien, ¿qué sucede cuando las cámaras ya no los enfocan y el mundo mira hacia otro lado? No puedo borrar de mi mente la imagen de dos personas comiendo en casa un pastel de carne y patata como cualquier otra pareja de su calle, pero incapaces de hablar entre sí. El único sonido es el roce de los cubiertos en los platos mientras ambos son presa de las dudas que se filtran por debajo de la puerta de su hogar.

Y es que, sin testigos o distracciones, las máscaras terminan cayéndose.
Yo quería -necesitaba- saber cómo lidiaba esta mujer con la idea de que su marido, el hombre con quien había escogido vivir, pudiera ser un monstruo.

Y entonces apareció Jean Taylor. Se trata de la mujer tranquila que tantas veces había visto en la escalinata del juzgado, la esposa que permanecía con el rostro inexpresivo mientras su esposo ofrecía testimonio.

En ésta, mi primera novela, Jean cuenta las versiones pública y privada de un esposo al que adora y un matrimonio feliz que se ve alterado cuando una niña desaparece y la policía y la prensa se presentan a su puerta.

Espero que disfrutes de este libro. A mí me ha encantado escribirlo y sólo tengo palabras de agradecimiento para Jean Taylor y para las mujeres que la han inspirado.


Fiona Barton


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